Para empezar quisiera remarcar que vivimos en una democracia donde el cabeza del estado es el rey, elegido por su sangre, lo que se conoce como monarquía parlamentaria. Partiendo de este punto nos vamos a lo que todas las navidades hace nuestro querido monarca, el discurso de Navidad, donde este año pasado remarcaba, relacionándolo con su yerno e hija, que la justicia de España se aplica igual a todo el mundo. ¿Me permite dudarlo?
Ahora, por fin, han llamado a la infanta Cristina a declarar por el caso Nóos, cosa que no se podría hacer con el rey ya que lo dice la Constitución. Ya puede hacer lo que quiera, aunque esté demostrado, que no va a ser juzgado. Al menos si no se cambia la Constitución. Pero ahora un juez se ha atrevido a juzgar a la Duquesa de Palma. ¡Bravo!
El 8 de febrero de este mes, la infanta Cristina entraba en los juzgados de Palma para declarar ante el juez Castro. Hizo gran parte del recorrido en coche pero los últimos metros, al bajar, pudimos verla, sonriente y tranquila. ¿Puede pasarle algo siendo la hija del rey? Después empezó el interrogatorio.
Tenía la defensa muy bien preparada y un fiscal a su favor. Se supone que el fiscal debe representar al Estado y defender sus intereses pero éste debe ser especial, aunque seguro que no único en su especie. Este fiscal defendió por encima de todo a la infanta, intentando primero que no fuese a los juzgados.
Además de un fiscal a su favor, la duquesa tenía también a su abogado. La defendieron argumentando que ella estaba muy, pero que muy, enamorada de su marido, el principal culpable, y que por eso se fiaba de lo que éste le decía y no leía los papeles que le hacía firmar. ¿Perdona? ¿Hemos oído bien? Yo creía que la infanta trabajaba en un banco. ¿No debería eso influir un poco en lo relacionado con firmar papeles en su vida diaria? A parte de esto, está demostrado que usaba el dinero de la empresa para gastos particulares.
¿De verdad esperan que nos creamos todo esto? Nos están diciendo que las mujeres, cuando se enamoran, se vuelven estúpidas y hacen todo lo que el marido les pide, sin quejarse ni cuestionarlo. Personalmente no puedo creer que piensen que somos tan idiotas.
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